miércoles, 12 de agosto de 2009

PRIORIDADES















Salvo en situaciones de emergencia, en una organización no hay una sola cosa que sea más importante, ni podemos darnos el lujo de resolver una a una las prioridades

Dentro de los ejercicios de planeación que supuestamente hacemos regularmente en muchas situaciones, con frecuencia se aconseja apuntar todos los pendientes, chicos y grandes, molestos, urgentes, convenientes, importantes y no importantes, para tener a la vista todo el animalero de pendientes.

De ese modo, vaciamos nuestro buche y así tenemos un listado de temas por hacer, resolver, abandonar, relegar, olvidar, tachar, traspasar o de entrarle con ganas a quitarnos obstáculos y a aprovechar las oportunidades. Muy bien, una lista completa de "cosas por hacer y resolver" es algo muy útil, y además nos quitamos la sensación de una vaga incomodidad.

Pero lo malo comienza cuando se le quieren poner estrictas prioridades a dicha lista. Mucha gente quisiera tener enfrente una lista de pendientes que empiece con el pendiente No. 1 y más importante, luego con el pendiente No. 2, luego el No. 3 y así quisieran tener las prioridades bien ordenadas. Muchos jefes también esperan que sus gentes sepan cuáles son sus prioridades, para que todo mundo se encuentre alineado a resolver primero lo más importante.

Resulta una ilusión pensar que se puede tener una lista de pendientes con las prioridades en estricto orden. Algunos hasta piensan que nadie se debe distraer resolviendo otros pendientes hasta que no se resuelvan los problemas marcados como prioritarios.

Para empezar el trabajo de la empresa y nuestro trabajo no se presenta en forma de receta, en donde existe un orden lógico para hacer el trabajo. Por eso utilizamos la metáfora de que la empresa es una "organización", pues contiene muchas partes que deben funcionar en armonía.

¿El hígado es más importante que el corazón o más bien son el páncreas y el cerebro los prioritarios? ¿Respirar es más importante que mantener la presión?

Salvo en situaciones de suma emergencia, en una organización no hay una sola cosa que sea más importante, ni podemos darnos el lujo de resolver una a una las prioridades. Más bien necesitamos agarrar un bonche de pendientes afines y darles en primera ronda un buen entre a todos, para conducirlos por el camino de solución.

Luego agarrar otro bonche de pendientes afines y antes de que se termine la mañana darle una tarascada a cada uno de este segundo bonche.

La cuestión es no entretenernos demasiado en un solo pendiente prioritario, porque entonces todos los demás pendientes se nos van a echar a perder en demasía y cuando tengamos el tiempo para atacar estos otros pendientes, ya van a estar más emproblemados.

Por eso, para representar a una empresa preferimos utilizar la metáfora del "organismo" y no la metáfora de una "pirámide". Claro, a veces utilizamos la metáfora de un ejército en lucha competitiva, pero también un ejército es algo "orgánico", en el sentido de que se compone de varias partes sincronizadas y armonizadas. Como en una orquesta en plena ejecución, ni modo de que si el violín número 3 tiene problemas, nos dediquemos a arreglarlo y descuidemos la sinfonía de toda la orquesta.

Si es que estamos acostumbrados a enlistar prioridades, entonces la prioridad es mantener a toda la empresa trabajando armónicamente y en los intersticios de tiempo, enfatizar las soluciones de algún grupo de problemas, de modo que el sentido del todo nunca se pierda.

Entonces, si tenemos un listado "total" de pendientes, chicos, grandes, urgentes, a mediano plazo y demás, lo que nos conviene es empujar a todos, a todos en un ciclo de digamos 15 días. A veces un toquecito, un telefonazo, un correo, una minireunión de 15 minutos, un buen pellizco y con eso empujamos a cada uno de los pendientes. La cuestión es no dejar que un pendiente se nos quede acurrucado y abandonado, porque agarra moho y después se nos convierte en un enorme problemón más difícil de resolver.

Todo problema grave y urgente se hubiera podido arreglar o encauzar a su solución seis meses antes, cuando todavía no era prioritario el asunto y bastaba con un buen pellizco y un empujón a tiempo

"Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta"

Carl Jung

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