sábado, 27 de septiembre de 2008

EL BALANCE


¿Actualmente en su empresa se sienten saturados de proyectos y actividades, agotados y cansados, sin una estrategia convincente, pesimistas hacia el futuro, con problemas de comunicación, desesperados por no obtener los resultados esperados y con un bajo espíritu de equipo?
Si actualmente su empresa está en esta situación tiene que aceptar que se encuentra bien atorado, y la razón de esto es porque su organización se encuentra fuera de balance.
De acuerdo a los autores y consultores Keith Yamashita y Sandra Spataro, estar atorados es parte de los negocios y de la vida misma.Según los autores del libro "Unstuck", no es malo estar atorados, el primer problema es que la mayoría de las empresas (y principalmente sus dirigentes) no quieren aceptarlo, en segundo lugar no hacen un diagnóstico apropiado para conocer porqué están atorados y en tercer lugar no desarrollan fórmulas creativas para dejar esta situación.
En la mayoría de los casos, cuando las organizaciones, de cualquier tamaño e índole, presentan los síntomas que enumeré al principio normalmente no aceptan que están atoradas, al contrario, piensan que sólo "pasan por un mal momento".
Y como no admiten su condición de atore, pues no ven la necesidad de buscar lo que están haciendo mal; sino todo lo contrario, se empeñan en hacer más, de la misma forma que lo han hecho en los últimos años.
Así, sin un diagnóstico de que la empresa se encuentra atorada se piensa que todo lo que falta es: hacer más y de forma más rápida, sin detenerse a pensar si el problema realmente es que la organización, como sistema, está fuera de balance.
Es como si usted observa una llanta de coche que no está balanceada y la pone a girar en un aparato que usan en las vulcanizadoras, notará inmediatamente como se bambolea. ¿Saldría usted a carretera con unos neumáticos no balanceados?
Cuando las ruedas de un automóvil no están balanceada es notorio como vibra todo el vehículo y entre más velocidad imprima más lo hará. La única forma de evitar que una rueda vibre es balanceándola, no cargándole más peso, ni haciéndola girar más rápido, sino deteniendo la marcha y tomarse un tiempo para balancearla. No hay otra forma de hacerlo.
Sin una llanta bien balanceada la estabilidad del vehículo se ve amenazada, además sostener la dirección requerirá más energía de la acostumbrada y si esto continúa otras partes del sistema de dirección se pueden llegar a estropear. Todo por un problema de balance. Ahora imagínese que lo que vibra no es su coche, sino toda la organización.
¿Ha sentido vibrar fuera de control a su empresa? ¿Cuál es su reacción natural, detenerse a revisar o meter el acelerador a fondo?
La popular conductora de televisión estadounidense Oprah Winfrey afirma que existen dos grandes fuerzas que afectan dramáticamente a las vida de millones de personas: los deseos y los temores. Cuando uno se encuentra activo, haciendo y proponiendo cambios, ejecutando diversos planes y resolviendo situaciones es la fuerza de los deseos la que nos impulsa a emprender. Nuestros deseos son la motivación a modificar el estado actual de nuestro entorno.Por otra parte, cuando los temores se apropian de nosotros nos paralizamos, dudamos de todo porque nos sentimos inseguros de nosotros mismos, estamos muy preocupados por cometer errores y nos invaden sentimientos catastróficos acerca del futuro. A veces el temor nos invade de tal forma que nos impide hacer cambios, ni siquiera nos atrevemos a pensar en ellos. A veces el temor nos impide hacer introspección, revisar y evaluar con una realista humildad nuestro actuar. ¿Para qué tanto rollo, si es más fácil culpar a los demás?
Cuando una organización o una persona están siendo gobernadas principalmente por la fuerza del temor o los deseos, podemos asegurar que están fuera de balance. El deseo llevado al extremo nos lleva como "caballos desbocados", como animales gobernado por instintos. El balance entre deseos y temores nos ayuda a establecer metas realistas, a planear ambiciosamente pero sin descuidar los detalles, a iniciar acciones decisivas y sus respectivas alternativas.

El actual ritmo de competencia globalizada nos está haciendo a todos perder el balance, y cuando éste se pierde los síntomas aparecen, no hay de otra. Por ejemplo, una empresa en donde la estructura y los procesos predominan sobre todos los demás elementos se convierte en una organización burocrática, en donde el "cómo hacerlo" es más importante que el "qué hacer"

Se atoran en sus resultados, en su dinámica de crecimiento, en sus procesos, en el crecimiento de su personal; yendo al detalle se atoran en su flujo de caja, su cobranza, sus ventas, en sus contrataciones, en fin, en todo un poco. Recordemos, las empresas atoradas son aquellas que han perdido su balance, ¿y que cree?, estas compañías están formadas por personas que también han perdido su propio balance.
Recuerdo en una de las primeras clases del IPADE que Alejandro Fernández nos explicaba que para cursar el programa MEDEX se requería mantener un balance entre trabajo, familia y estudios. Y nos ampliaba: "No es suficiente ser buen ejecutivo y tener a la familia y los estudios olvidados; ni ser un excelente padre y esposo y tener mal desempeño en el trabajo y la maestría; ni tampoco ser excelentes estudiantes y muy malos en lo demás. Hay que mantener el balance".
Perder el balance no significa no hacer nada, sino dejar de perder la armonía de los elementos que componen el todo.
Es como una receta de cocina, no podemos exagerar en un ingrediente porque corremos el riesgo de echar a perder todo el platillo. Mantener el balance es cuidar las proporciones, ser moderado en las cantidades y, sobre todo, no exagerar. ¿Suena fácil verdad?
Dicen que para resolver un problema primero hay que identificarlo, es decir, sabe que existe. Luego, aceptar su impacto, después, saber cual es el remedio adecuado, y finalmente implantar la solución. Esto es sentido común, o sea, nada que no sepamos hacer ninguno de nosotros, pero cómo cuesta trabajo aceptar cuando somos nosotros parte del problema. Para esto, una dosis de humildad puede ayudar.

"Si deseas disfrutar del Arco Iris, primero debes soportar la lluvia”
D. Parton

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