miércoles, 15 de abril de 2009

DOS CARAS




















Y esto no es una película………..sucedio en el mundo real.

¿Que le pasó a Madoff?

¿Qué necesidad de cometer un fraude de 50 mil millones de dólares, si aparentemente lo tenía todo?

¿Cómo un hombre millonario, respetado en círculos financieros y sociales del mundo, ex presidente de la Bolsa de Valores Nasdaq, con una estable vida familiar, pudo haber despojado a tanta gente de sus ahorros?

Son cada vez más evidentes las instancias de personas que tienen una doble vida; donde por un lado son empresarios ejemplares, líderes exitosos o personas "normales" y por otro cometen actos incomprensibles, como si cargaran una sombra que parece controlarlos.

Y esto no es exclusivo del mundo de los negocios: vemos también cómo líderes religiosos, idolatrados, se envuelven en actos de pederastia o abuso psicológico; cómo líderes políticos envían a miles de jóvenes a pelear guerras caprichosas; cómo un hombre, que sus vecinos describían como tranquilo y hogareño, es capaz de secuestrar a su propia hija por décadas, abusar de ella sexualmente e incluso concebir hijos; cómo una abnegada ama de casa ahoga en la bañera a sus cuatro hijos.

Y no es que estos actos escalofriantes sean nuevos, lo que resalto es que gente que a la vista "sería incapaz de hacerlo", ya sea por su personalidad o por su profesión, resulta que delinque de manera de compulsiva, como si estuviera "poseída".

Lo más fácil es echarle la culpa al diablo, que pareciera es un agente que subcontratamos para asignarle toda nuestra parte oscura, primitiva, degenerada o perversa, porque ilusamente creemos que somos unidimensionales y que estamos configurados sólo con ingredientes "buenos".

Lo más difícil es enfrentarnos a nosotros mismos y entender que hay virtudes y vicios dentro de cada uno de nosotros, que somos buenos y malos, que somos luz y sombra; todo simultáneamente. Si negamos esta condición y la reprimimos por completo, ya sea por dogma, creencia, ignorancia o simplemente porque nos sentimos moralmente superiores, corremos el riesgo que termine por controlarnos.

¿Acaso tenemos alguna otra entidad o energía que vive dentro de nosotros y nos controla? ¿Acaso no nos conocemos lo suficiente?

Pareciera que no.

Tenemos partes en nuestra personalidad que son ciegas, desconocidas, subconscientes o automáticas, o como se les quiera llamar, y que a través de diversos estudios, en particular la neurociencia, se ha comprobado que concursan e incluso determinan nuestras decisiones; mucho más de lo que les habíamos dado crédito.

La "otra cara" es un ser impredecible que vive dentro de nosotros, que aflora de las maneras más extrañas y en los momentos menos esperados. Lo podemos ver cuando nos enojamos tan intensamente que nos sorprende, o cuando sobrerreaccionamos, negativa o positivamente, a estímulos ordinarios.

El corolario psicológico del "otro yo" -más allá de las posibles razones orgánicas o médicas que pudieran existir- dice que entre mayor la represión y el rechazo del total de nuestras características, tanto buenas o malas, o la falta de integración de las mismas, en ese grado potencialmente pudiéramos dar el bandazo hacia lo inesperado.

Existe una diversidad de teorías a este respecto y me permito mencionar dos.

La Sombra: Jung la definió como la parte del subconsciente que acumula lo que el psique reprime; aquello que no le gusta al ego, por ejemplo, instintos agresivos, sexuales, envidia, etcétera. En la sombra también radica aquella parte de la personalidad que el individuo no desarrolla ni explora.

Y están los complejos que Jung describió como aquellos que: "intervienen con las intenciones y la voluntad del individuo, afectan el desempeño, aparecen y desaparecen según sus propias leyes; pueden provocar obsesiones, influir en el habla y en las acciones; todo de manera inconsciente. En resumen: los complejos se comportan como seres independientes".

Y todos tenemos un grado u otro de sombra y complejos; es imposible no tenerlos. Y lo divertido, y lo peligroso, es que por naturaleza no estamos conscientes de ellos.

Mientras la ciencia avanza y la tecnología se convierte en suprema, pareciera que vamos perdiendo nuestra dimensión humana y seguimos subestimando nuestra configuración psicológica -quizá por su condición abstracta, quizá como mecanismo de defensa.

Regresando a Madoff, teóricos y prácticos de la salud mental corren a diagnosticar la razón de su conducta y la más favorecida por el momento es la de sociópata.

Un sociópata es una persona cuyas conductas son antisociales y demuestra una ausencia de responsabilidad moral. Esta persona está interesada solamente en sus propias necesidades y deseos, sin preocuparse de las consecuencias que sus conductas puedan tener sobre otros.

En el ámbito de negocios pareciera que abundan las patologías, aquí algunos ejemplos de la sociedad más capitalista del mundo (aunque ocurren en todos lados): Dennis Kozlowski, de Tyco Internacional, sentenciado a prisión; Michael Milken, de la desaparecida Drexel Burnham Lambert, encarcelado; quiebra Arthur Andersen y se condena a Frank Quattrone; Enron pasa de modelo de gestión de negocios a uno de gestión criminal.

Explicar las causas de por qué les sale "el otro yo" a los líderes es complicado y debe tener muchas vertientes como: materialismo extremo, traumas y complejos personales, falta de espiritualidad, errores de gestión y así sucesivamente.

Por lo pronto, me quedo con ese dicho popular de que dice: si algo es demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea; sólo espero que esto no me haga cínico. Al mismo tiempo me quedo atento para detectar conductas anómalas e inesperadas, incluyendo las propias.

“El peor error del ser humano es confundir velocidad con direccion. El secreto de dirigir esta en la direccion que le ponemos a nuestras acciones”

Jack Welsh

(Ex – Ceo de General Electric)

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