jueves, 19 de febrero de 2009

EL PAIS DE PINOCHO





















Sabía usted que una encuesta elaborada por la empresa de investigación Consulta Mitofsky encontró que los mexicanos decimos cuatro mentiras diarias, como promedio. Y en este mismo estudio los hombres declararon ser más mentirosos que las mujeres. El resultado de esta encuesta se titula "La mentira cotidiana: una aceptada costumbre". El día de hoy escribo sobre la mentira en México y sus implicaciones en la forma en que nos gobiernan.


El libro "País de Mentiras: La distancia entre el discurso y la realidad de la cultura mexicana", editado por Océano y escrito por la prolífica autora mexicana Sara Sefchovich, tiene buenas bases para hablar y escribir sobre México, estudió la licenciatura y maestría en sociología, y un doctorado en Historia, ha escrito 11 libros y labora de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Sus obras han sido traducidas a siete idiomas, ha recibido el premio Agustín Yáñez, el Plural, el Leona Gerard y la beca Guggenheim y el Sistema Nacional de Investigadores.

La redacción del libro de Sara es muy fácil de comprender, sus obras están pletóricas (alta cantidad en sentido positivo) de citas, porque todo lo que ella escribe se puede verificar y validar. La Dra. Sefchovich es una investigadora en todo el sentido de la palabra: observa el entorno social, se entrevista con otros expertos, lee, analiza y finalmente elabora conclusiones de lo que encuentra.

En el libro "País de Mentiras" la autora nos sacude con una áspera pero realista bienvenida: "En México se miente. Todos los días y sobre todos los asuntos. La forma de gobernar en nuestro país consiste en mentir. Tendremos las mejores leyes e instituciones del mundo, nos habrán hecho las promesas y los ofrecimientos más excelsos..., pero nada de esto es cierto, por que las instituciones no cumplen con su cometido... Este es un texto amargo y políticamente incorrecto. Leerlo nos permitirá esclarecer las raíces del coraje y la impotencia que sentimos como ciudadanos".

Aquellos que estén a punto de rasgarse las vestiduras como muestra de oprobio (afrenta u ofensa pública) les recomiendo que antes de destruir sus prendas revisen las páginas del libro, y contemplen la gran cantidad de notas periodísticas y ejemplos que nos presenta la autora para demostrar cómo la mentira se ha instalado en la vida de nuestro país.

Ejemplo 1 En noviembre de 1996, el Secretario de Agricultura de México expresa en Roma, en una reunión internacional, que nuestro país produce el 97 por ciento de los alimentos que aquí se consumen. De acuerdo a datos del Consejo Nacional Agropecuario, en México se importa más del 30 por ciento de los productos alimenticios, incluyendo los más básicos como el maíz (45 por ciento de lo consumido provenía del exterior), el frijol y el chile (que es importado principalmente de China).

Ejemplo 2 A fines del 2007, en Indonesia se llevó a cabo la Cumbre de Bali, que se dedica a discutir sobre los temas del cambio climático. En esa ocasión, nuestro país presentó la Estrategia Nacional de Cambio Climático, que incluía 99 proyectos de reducción de emisiones de bióxido de carbono. La delegación que presentó la estrategia estaba compuesta de 27 personas, incluyendo el propio Secretario de la Semarnat. Ese mismo año México estaba dentro de los 13 países que producían más gases de efecto invernadero en el mundo, y un panel de la ONU nos había acusado de que el Gobierno federal no tomaba medidas para enfrentar el problema.

Sara Sefchovich no habla de las mentiras desde un punto de vista filosófico, moral, ni religioso, porque si entramos en este terreno tendríamos que reconocer que existen verdades absolutas, y de acuerdo a su punto de vista, esto ya ha causado bastantes problemas a la humanidad. Ella analiza la mentira desde el punto de vista cartesiano (derivado del método del filósofo francés René Descartes), apoyándose en el ejercicio de la razón, en otras palabras, observamos lo que está sucediendo, pero la forma en que se describe la realidad presenta todo lo contrario.

Como los casos que mencionamos antes, por ejemplo las autoridades nos dicen que la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia "la estamos ganando", y al mismo tiempo volteamos a ver lo que sucede en las calles de nuestro país y nos damos cuenta de lo que verdaderamente está pasando, en el libro "País de Mentiras" se puede ver claramente el discurso gastado y lleno de mentiras no sólo de los gobernantes, sino de las mayorías de las élites de poder de nuestro país.

Si somos brutalmente honestos podemos darnos cuenta que todos contribuimos a que la mentira sea una práctica común de los habitantes de este País.

La doctora Sefchovich nos explica cómo el lenguaje del mexicano es muy rebuscado: tenemos en nuestro País una amplísima capacidad para usar muchas palabras y no llegar a una conclusión. Esto lo atribuye al idioma español que nos llegó durante la conquista, este lenguaje que proviene a su vez de un país que fue dominado por los árabes durante ocho siglos. La lengua resultante es más un arte sobre el uso de las palabras que una forma denotativa (objetiva y de acuerdo a la realidad) de expresión.

Ella amplía: "Por esta razón nos metemos en unos problemas tremendos cuando tratamos de explicar algo utilizando nuestra infinita habilidad retórica (dándole muchas vuelta a las cosas)... a mí me da mucha risa cuando dicen 'tal o cual investigación la atraen en la Procuraduría...". En estricto sentido, la palabra atraer tiene que ver con traer cerca, cautivar, seducir, fascinar, interesar o agradar. Una investigación se puede "abrir" o "iniciar", pero ¿atraer?

Para la autora, el asunto es que para las personas comunes y corrientes el uso de estos términos que no se aplican correctamente nos producen unos enredos que parecen tener el objetivo de esconder la verdad entre tantas palabras que no nos llevan a ningún lado. En este sentido, Sara Sefchovich se ha dedicado a analizar el discurso político mexicano en la forma en que se expresan nuestros gobernantes.

En una entrevista previa, la doctora Sefchovich amplió: "Los poderes -tanto político, eclesiástico, los medios de comunicación y empresarial- no nos dicen a los ciudadanos las verdades de lo que está sucediendo y los ciudadanos ya estamos un poco desesperados (...) los Gobiernos, los políticos, los funcionarios no salen de la nada, salen de nosotros, de la sociedad, que somos todos". Entonces, ¿Quién es responsable de exigir que se aclaren las mentiras y las medias verdades que se manejan en los discursos públicos y privados?

Octavio Paz escribió en octubre de 1943 un ensayo titulado "La Mentira de México" y en él describe: "La mentira inunda a la vida mexicana; ficción en nuestra política electoral; engaño en nuestra economía; (...) mentira en los sistemas educativos; farsa en el movimiento obrero (...) El miedo a la verdad, que nos lleva a mentirnos cualidades que no poseemos, también exagera nuestros defectos o ve únicamente nuestros vicios: de la hipocresía saltamos al masoquismo".

En el libro "Picking the Bones: Reclaiming the Past from Politicians", del inglés Geoffrey Regan, un experto en historia militar con más de 20 textos sobre el tema, el autor explica: "Los políticos siempre han buscado la autoridad de la historia para validar sus programas y, al hacerlo, se han preparado para distorsionar y falsear los acontecimientos del pasado de forma que les ganasen apoyos en la actualidad".

Un dato interesante que encontré en este libro es que cuando los rusos se alzaron contra sus gobernantes absolutistas, los estadounidenses no apoyaron la lucha de los bolcheviques por su libertad, todo lo contrario, se unieron a las tropas contrarias y en 1918 mandaron tropas para evitar el movimiento revolucionario. Ésta es una de las guerras menos conocida en la historia de Estados Unidos. Todavía en 1930, Estados Unidos se negaba a reconocer el régimen comunista de la Unión Soviética. Esto cambió hasta 1941, cuando los alemanes (enemigo de los estadounidenses) atacaron a Rusia.

Otro caso interesante del libro de Regan que pocos conocen, a finales del siglo 11, en marzo de 1096, una muchedumbre de cruzados partieron del norte de Francia, con rumbo a Oriente y guiados por Pedro el Ermitaño -un fanático monje francés-, pasaron por Alemania e incorporaron en sus filas a germanos. Por desgracia, algunos cruzados alemanes no tenían la intención de seguir hasta Jerusalén, sino que pensaban aprovechar la oportunidad para agredir a los judíos de ciudades cercanas. En Worms, a orillas del río Rin, mataron a 500 judíos y en Maguncia fueron cerca de mil los asesinados por los cruzados.

El estadista prusiano, Otto von Bismarck, decía que nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante una guerra y después de la cacería. No olvidemos que en este 2009 habrá gran actividad electoral en nuestro País, que ahora se está librando una guerra (literalmente) contra el narcotráfico y que los medios de comunicación saldrán a cazar noticias a todo pulmón; cuidémonos de todas las mentiras y medias verdades que naturalmente saldrán a flote en nuestro País. Fortalezcamos nuestro pensamiento crítico y cuestionemos y verifiquemos todo, y sobre todo lo que parece incuestionable.

La doctora Sara Sefchovich en su libro "País de Mentiras: La distancia entre el discurso y la realidad de la cultura mexicana" hace un completo recuento de las grandes y pequeñas mentiras que se han dicho en nuestro País en los últimos años, pero aceptémoslo, no sólo la clase gobernante falsea información, lo hace toda la sociedad mexicana, lo hacemos todos nosotros (en menor o mayor grado); aceptemos nuestra responsabilidad y empecemos hablando claro, todos.
La Dra. Sefchovich dice que "hay muchas formas de mentir y muchos tipos de mentiras: desde hacer leyes, crear burocracia y firmar convenios para hacernos suponer que las cosas se hacen aunque luego no sea así, hasta manipular cifras e imágenes, alardear y pretender, tergiversar o dar medias verdades, minimizar, negar o silenciar hechos, que nos quieren hacer creer que las cosas son de otro modo que como realmente son".

Y como seguramente usted lo sabe, no sólo en los círculos oficiales, sino en todos los grupos humanos en donde existe un interés que está por encima a la verdad se termina manipulando la realidad para callar lo que ocurre, para afirmar lo que no sucedió o para matizar los hechos de un tono que más convenga a los interesados. Ahora hablaremos de los diferentes tipos de mentira que explica el libro.

 
Prometer
 
Honorato de Balzac, el novelista francés más importante de la primera mitad del Siglo 19, decía: "prometer en resumidas cuentas es mentir, por respetable que sea la persona que promete". Cuando no se tiene voluntad de cumplir una promesa es en realidad una mentira pospuesta, que se hará realidad cuando llegue la fecha de su cumplimiento.

Alfonso Teja-Cunningham me comentó que en algunas lenguas aborígenes no existe el verbo prometer, porque no se necesita hacerlo, el simple hecho de decir algo empeña la propia palabra. Pero en nuestra cultura conocemos la frase: "Prometer no empobrece", y como al parecer la economía personal no se afecta, se continúa mintiendo por un largo plazo usando la promesa como aval temporal.

No siempre prometemos utilizando el verbo en cuestión, a veces lo hacemos de forma implícita con el uso de palabras como: me comprometo, te aseguro, yo me encargo, etcétera. Distintas palabras, mismo significado y similar intención.

 
Usar números
 
La mayoría de nosotros hemos leído y escuchado la frase de Samuel Langhorne Clemens, conocido mejor por su seudónimo como Mark Twain, quien decía: "Hay tres clases de mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas". Un siglo después, el también estadounidense Darrell Huff escribió el libro de estadísticas que más se ha vendido en la historia: "Como mentir con estadísticas".

El autor, que no era estafador y ni siquiera especialista en estadística, estudió periodismo y sociología, y fue editor de la famosa revista "Better Homes and Gardens", para después ser escritor independiente. Huff explica que la mayoría de fallas están en: errores en el muestreo (que considera la espina dorsal de cualquier dato estadístico), errores en el tipo de promedio (media, mediana o moda), errores en la ponderación (importancia que se le asigna a los resultados), y el uso de gráficos tendenciosos, entre otros.

La revista CEO Magazine en su número de septiembre-octubre del 2008 publicó los resultados de una encuesta a 751 directores de empresa sobre sus preferencias electorales, el resultado fue que el 80 por ciento prefería al candidato republicano. La portada de esta revisa anunciaba este hallazgo con el título: "Los creadores de empleo prefieren a McCain 4 a 1 sobre Obama". Un llamativo encabezado diseñado para atraer lectores y tratar de disimular una tendencia nacional inequívoca que mostraba al demócrata como favorito.
 
Alardear
 
Presumir, ostentar, alabarse y fanfarronear son sinónimos de lo mismo, presumir de algo que se posee o domina. Como lo explica la Dra. Sefchovich, en nuestra cultura transitamos del dicho popular "al que no habla Dios no lo oye", hasta al escritor Luis Spota que expresaba "lo importante no es poner el huevo, sino saberlo cacarear". Ambas frases las saben aplicar muy bien funcionarios públicos, hombres de empresa, líderes eclesiásticos y por supuesto comunicadores.

Los informes o reportes de resultados, nos indica Sara Sefchovich, son el lugar ideal para alardear el cumplimiento de metas y compromisos. Por esta razón en los informes de Seguridad Pública siempre "el crimen va en descenso", en los informes de las dependencias del medio ambiente "la contaminación está controlada", y así en adelante de acuerdo a cada especialidad.

Otro refrán popular reza: "Dime de qué presumes y te diré de lo que careces", y ahí se explica porqué los seres humanos tenemos esa natural tendencia a exagerar lo que poseemos, dominamos o sabemos, porque en nuestro interior no lo sentimos así, sino todo lo contrario.

 
Conclusión
 
Según un estudio en el Journal Personality and Social Psychology, cuanto más educada es una persona, mayor es la posibilidad de que no diga la verdad, porque las personas con mayor propensión a hacerlo son las que más se preocupan por lo que los demás puedan pensar de ellas. Deborah Kashy, coautora de la investigación, los mentirosos suelen ser manipuladores agradables e inclusive simpáticos.

 
"Quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado".
George Orwell

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