domingo, 30 de mayo de 2010

EL ATRACTIVO CUENTA?


Definitivamente, la belleza física no es tan importante como la personalidad.


¿Cómo transformar a nuestro favor el poder de ser atractivos para ser exitosos y trascender más allá de la banalidad?

Tal vez fueron los griegos los primeros en reconocer el innegable vínculo entre el atractivo físico y el impacto social positivo que este genera. Hoy, miles de años después, el tema del atractivo físico sigue vigente, dando un giro interesante que involucra a disciplinas como la sociología, filosofía, psicología y comunicación que buscan explorar sus efectos en nuestra percepción.

Estudios científicos en todo el mundo llegan a conclusiones similares; el atractivo físico sí influye en casi todos los ámbitos del éxito. Sin importar desde qué punto se aborde el tema, parece que los descubrimientos arrojan continuamente información sobre lo que nos resulta más atractivo y su repercusión social.

Debe de existir una razón de fondo.

Es sorprendente el radio de alcance que tiene en nuestras actitudes, acciones, pensamientos, imágenes y demás factores, estar expuestos a personas, situaciones y cosas atractivas. Aquí es cuando se la trivialidad migra a la profundidad.  

Y bueno lo primero, es lo primero: necesitamos entender de manera sencilla que la percepción es la respuesta de interpretación de la información que da nuestro pensamiento al conjunto de sensaciones y sentimientos que experimentamos, en otras palabras, la forma en la que cada uno codifica y significa lo que siente, ve, escucha, palpa y gusta.

En la Universidad de Newcastle en Inglaterra, realizaron una investigación en la que el 70% calificaba a su tutor como “físicamente atractivo” por ser amable y sonriente, mientras que el 30% restante lo asignó como “poco atractivo” por ser frió y distante, lo cual revela que el atractivo físico esta muy ligado a la actitud. La belleza por sí misma, no es lo que da el componente de “atractivo”: aquí interviene el factor de la personalidad. La huella que marca un carisma, incluso de una persona poco favorecida físicamente, puede ser percibida, como sumamente atractiva por su actitud. De igual forma en la elección de pareja, el atractivo físico queda sujeto a la percepción de la personalidad, así quien decide que es la belleza, es quien lo percibe.

En nuestra sociedad, hay una tendencia real en la percepción que colorear a las personas más atractivas como más inteligentes, mejor capacitados, con mayores cualidades, etcétera., y se le conoce como el “efecto halo”. Siguiendo esta línea de pensamiento en la Universidad de McGill en Canadá, el Doctor en Filosofía Janusz Kaczorowki, investigó la relación que existe entre el atractivo físico y el éxito profesional para observar el crecimiento económico con base en el  Canadian Quality of Life y comprobó que las personas más atractivas tienden a lograr el éxito más rápido.

El mundo de los negocios se torna un terreno fértil para explorar el impacto que genera en nosotros y en otros el atractivo físico, para así utilizarlo como una poderosa herramienta. Tanto en nuestras relaciones interpersonales, como en nuestras negociaciones quedan impregnadas por la predisposición que tenemos para reaccionar en torno a lo atractivo.

Sin embargo, cuando hablamos de atractivo, sería oportuno conocer qué es lo que se considera como más atractivo. La cualidad protagónica más valorada es la confianza en uno mismo. ¿Cómo podemos entonces transformarnos en personas más atractivas? ¿Cómo trascender en nuestra vida laboral utilizando nuestra lado más atractivo? Elemental respuesta: aumentando la confianza en nosotros mismos.

Se vuelve contundente el dicho popular: “lo que pienso y siento de mi es lo que reflejo” porque mi propia percepción permea la de otros. Mi mundo interno se traduce en una proyección al mundo externo, con un acuse de recibo inmediato; cuando yo me siento poco atractivo, poco confiable, poco capaz, poco… estoy contribuyendo a que los demás me perciban de igual forma. Es nuestra actitud la que generar oportunidades necesarias, para reforzar nuestras creencias distorsionadas, de manera que inconscientemente buscamos seguir sintiéndonos poco atractivo, poco capaces, confiables y así sucesivamente.



Alto. No más de lo mismo.


Para transformar y trascender la percepción que tienen los demás de mí, es obligatorio revisar en qué concepto me tengo yo. Dejar de buscar en figuras delgadas, músculos, ropa de marca, y cualquier cosa externa, que no va a cambiar mi realidad interna, mientras yo no decida elegir vivirme como alguien atractivo. Si yo no confió en mi, nadie lo hará.


Douglas Yu de la Universidad de Anglia del Este en Norwich, Inglaterra, con un enfoque etnobiológico asegura que la belleza esta a juicio del receptor, debido a que cada persona tiene una forma individual de codificar la belleza, la inteligencia y lo que se valora como atractivo, que va más allá de la influencia publicitaria que quiere imponer.


Hay esperanza, y mucho trabajo para lograr el éxito. Asumir nuestra personalidad, confiar en nuestra esencia nos vuelve irresistiblemente atractivos y, como colación, viene el éxito al estar bien con nosotros mismos.


“En los negocios practicos de la vida, no es la fe la que salva, sino la desconfianza.”


Napoleon

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