lunes, 3 de mayo de 2010

EXPECTATIVAS


La motivación de un individuo depende en gran medida de las percepciones y las expectativas que tenga sobre sí mismo y los resultados esperados. Constantemente nos encontramos en situaciones en donde debemos de esforzarnos más de lo normal con la finalidad de alcanzar cierto objetivo. La mayoría de las veces somos capaces de motivarnos a nosotros mismo lo suficiente para exigirnos un poco más y de esta manera alcanzar nuestra meta. Sin embargo, cuando se trata de hacer que las otras personas hagan un esfuerzo extra nos encontramos con el problema de lograr que se motiven. La teoría de expectativas, desarrollada por Edward E. Lawler, puede ayudarnos a entender la dinámica del comportamiento humano en situaciones donde se requiere de dar un segundo esfuerzo.

Son tres las expectativas que más preocupan a una persona antes de decidirse a realizar un esfuerzo, en la percepción que se tenga de ellas radica gran parte de la motivación del individuo.
Expectativa sobre el desempeño

Las personas evaluamos las posibilidades que tenemos de lograr un desempeño de acuerdo a las exigencias de la tarea. Si creemos que nuestro rendimiento está muy por debajo del mínimo aceptable reducimos nuestro interés en la ejecución. Esto es lo que les sucede a muchas personas cuando se les pide que hablen en público, sienten que su oratoria es tan pobre que ni siquiera hacen el esfuerzo de intentarlo.

Expectativa sobre el resultado

Dependiendo del tipo de resultado es el grado de interés y la motivación de las personas. Los resultados tangibles, como lo sería el factor económico suele ser considerado como un elemento que casi siempre satisface las expectativas las personas. El dinero es considerado como una recompensa universal, pero no siempre cumple por sí solo con las expectativas de las personas.

Expectativa sobre el valor del resultado

Una vez que se ha definido el resultado se evalúa el valor de este en función de nuestras necesidades. Si usted les pregunta a su equipo de trabajo que expectativas tiene con respecto a los objetivos que pretenden alcanzar dentro de 5 años se encontrará con respuestas que demuestra que aspectos tienen más valor para determinada persona. Por ejemplo algunos pueden esperar que después de cierto tiempo desean contar con su propia oficina privada, esto además de representar un objetivo es algo que se considera valioso dentro de su cultura organizacional.

Principios erróneos

Cada vez que nos encontramos con el problema de motivar a las personas es muy frecuente que nuestra primera iniciativa consista en seguir los siguientes principios. Si alguna de ellas funciona aumentará dramáticamente las posibilidades de repetir su aplicación. Aunque a veces las personas se motivan no gracias a lo que hacemos, sino a pesar de ello. He aquí algunos errores frecuentes que cometemos:

1. Todos las personas somos iguales.

Aunque las mayorías de las teorías insisten en demostrarnos que todos los seres humanos tienen más elementos en común que diferencias, tenemos que aceptar que en términos de motivación cada persona tiene diferentes formas de reaccionar frente a los grandes retos. Recuerde que mientras existen personas que se crecen ante los “golpes de la vida”, otros actúan en forma más conservadora y miden cuidadosamente el terreno.

2. Problemas parecidos requieren soluciones parecidas.

La mayoría de las experiencias que asimilamos las conservamos por su valor a futuro, de manera que cuando se nos presente una situación similar lo más probable es que apliquemos la solución que nos funcionó en el pasado. Nadamás que nunca todos los elementos de una situación son exactamente repetibles, así que nunca sabremos si la experiencia anterior es de mayor ayuda o no.

3. Utilizar zapatos prestados.

Cuando todo lo demás ha fracasado y no sabemos como manejar la motivación humana automáticamente recurre al sentido común y “nos ponemos en los zapatos de los demás”. Vaya que esto si es absurdo, si de lo que se trata es de saber que es lo que piensa y siente la otra persona, no de tratar de imaginarnos que somos ellos. Así con nuestra propia sensibilidad y forma muy particular de razonar “jugamos” a pensar como otras personas. Es muy poco probable que funcione.

Todo es cuestión de expectativas

La próxima ocasión que usted piense que su fuerza laboral no esta motivada a realizar una actividad determinada pregúntese a usted mismo(a) si las expectativas de estas personas han sido definidas y si existe la probabilidad de que se lleguen a cumplir.

Preguntas inquietantes:

¿Conoce usted las expectativas de su equipo de trabajo a corto o mediano plazo?

¿Conoce las expectativas de sus clientes acerca de su organizacion?

¿Le ha explicado a su equipo de trabajo cuales son sus propias expectativas?


“No hay viento favorable para el que no sabe adonde se dirige”

Seneca

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