domingo, 16 de noviembre de 2008

EMPRESA VIEJA



Se dice que una empresa es vieja cuando pierde flexibilidad. Al igual que los humanos, una compañía puede hacerse rígida y resistente a cambiar sus conceptos y prácticas que “han funcionado toda la vida”.

Lo interesante es que hay empresas viejas de todas edades.

La clave para no perder flexibilidad es el aprendizaje contínuo. Senge, consultor y autor norteamericano, acuñó el término de “organización que aprende” y de ahí se ha desencadenado un movimiento hacia lo que también se conoce como “capital intelectual”.

Edgar Schoen, catedrático del MIT, describe una serie de características y hábitos que las empresas observan y que pueden fomentar, o destruir, el aprendizaje y la creación de conocimiento.

Una empresa vieja separa, secciona y se enfoca en lo tangible. Le da toda la predominancia a medidas tradicionales como utilidades, inventario, datos, producción, competencia, etc. Las empresas modernas también se orientan a la parte “soft” e intangible como las relaciones interpersonales, la moral del equipo y la lealtad de empleados y clientes. La empresa joven integra y armoniza con lo intangible.

Una empresa vieja se enfoca a los sistemas en lugar de a la gente. Es más, para algunos directores la empresa perfecta sería la que fuera operada nada más con robots porque la gente se percibe como un problema. La teoría “X” de Douglas McGregor es la preferida porque afirma que la gente es floja e irresponsable por naturaleza. La empresa moderna cree en la gente; le invierte, le apuesta y espera lo mejor de ella.

Una empresa vieja cree que la gente cambia como una reacción al medio ambiente y como una respuesta a la inevitabilidad de las circunstancias. La competencia, la economía, las variables externas se imponen y nada más queda reaccionar. Por el contrario, la empresa moderna fomenta el cambio y es proactiva. El lema es “nosotros somos responsables de nuestros pensamientos, sentimientos, acciones y de sus consecuencias”.

Una empresa vieja controla, presiona y trae a la gente a raya. Se preocupa por el corto plazo y la adaptabilidad a la circunstancia inmediata. La empresa moderna acepta que sus empleados tengan algo de tiempo libre. Le gusta la gente creativa y que explore nuevos caminos. Quizás el ejemplo más conocido es la compañía 3M, reconocida por su grado de innovación, que espera de su gente que invierta en promedio 15% de su tiempo en proyectos “raros” y personales.

Una empresa vieja se rige por funciones aisladas como si la organización fuera más una versión mecánica que orgánica. La función de finanzas ve el punto de finanzas y ya. La función de mercadotecnia se le asigna a un departamento y todas las áreas se lavan las manos de la parte comercial. La compensación se paga diferente y se mide diferente por departamento. Hay paredes entre áreas y aparecen feudos de poder. Si finanzas domina se afecta a ventas. Si ventas domina, se afecta a administración. Si producción domina se afecta a ventas.

La empresa moderna reconoce que todas las actividades están conectadas y que forman parte de un sistema orgánico. La resolución de problemas y la detección de oportunidades se hacen de manera holística y es común ver equipos interdisciplinarios en acción.

La empresa vieja restringe el flujo de información. Abundan los inseguros que ocultan la información y la manejan como un arma política. Este tipo de empresa diseña su flujo de datos para que no circule libremente fomentando cierto caos de información.

La empresa nueva favorece la comunicación en todos los sentidos. La teoría de Open Management Book sostiene que todos los empleados deben conocer y saber interpretar un Estado de Resultados, un Flujo de Efectivo y un Balance General. No hay secretos. Todo se sabe, todo mundo está enterado y por ende todo el personal sabe hacia dónde ir.

La empresa vieja cree en la competencia individual. La vieja fórmula de poner a dos o más ejecutivos en competencia directa puede degenerar en rivalidad. Este esquema ya es obsoleto. Le resulta caro a la compañía y se afecta seriamente el desempeño en lo que dura la lucha, muchas veces años.

La empresa moderna comparte un sentimiento de equipo y unifica el criterio de que el enemigo es el competidor que está en la calle. La cooperación y la confianza es la parte fundamental del crecimiento.

La empresa vieja tiene a jefes controladores. Tanto jefes como subordinados requieren del jefe dominador, decisivo, invulnerable. Este es el jefe-macho que siempre sabe todo y que nunca se equivoca.

La empresa moderna tiene jefes accesibles que reconocen su propia vulnerabilidad, piden ayuda y solicitan ideas. Son como profesores y estudiantes eternos.

La empresa vieja se obsesiona hacia adentro. Se clava en aspectos como reingeniería, políticas de personal, planes de compensación, equipo de oficina, seguridad, etc.

La empresa moderna se obsesiona y se rige por el mercado además de estar conectada con el mundo exterior. Tomar decisiones desde el escritorio es sumamente peligroso.

Finalmente, la tarea de juzgar y clasificar a una empresa como vieja a nadie le corresponde. Si acaso la única figura calificada para hacerlo sigue siendo el cliente. Nada como el mercado para recompensar o castigar la administración de una compañía.

"La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer."
Bertolt Brecht

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